Impulso necesario para superar barreras y aprovechar el potencial del comercio digital.
El comercio electrónico continúa ganando terreno en las economías de todo el mundo, y América Latina no es la excepción. Desde 2014, ha experimentado un crecimiento anual del 14.9%, y la pandemia de COVID-19 en 2020 ha acelerado este crecimiento de manera significativa. A pesar de este crecimiento, la participación del comercio electrónico en el Producto Interno Bruto (PIB) regional sigue siendo baja, representando solo el 0.77%, en comparación con el 3.11% a nivel mundial. Argentina, Brasil y México son los principales impulsores de esta modalidad de comercio en la región, abarcando más del 70% del comercio electrónico.
El comercio electrónico transfronterizo se presenta como una oportunidad considerable para transacciones beneficiosas tanto para compradores como para vendedores. Proporciona a los consumidores un mayor abanico de opciones en términos de cantidad, calidad y precio, mientras que para los vendedores, especialmente las empresas pequeñas y exportadoras, les brinda acceso a un mercado potencialmente vasto y la posibilidad de unirse a las cadenas de valor globales. Sin embargo, existen barreras y deficiencias en el proceso logístico que afectan los tiempos de entrega, los costos y la propuesta de valor de este tipo de comercio electrónico.
Para fomentar el comercio electrónico transfronterizo en América Latina, se requieren cambios en los procesos de importación que faciliten el cruce rápido de mercancías a través de las fronteras. Esto implica mejoras en la infraestructura aduanera, la reducción de requisitos y la simplificación de los procesos. Además, es esencial facilitar el acceso a información relevante para participantes potenciales, tanto compradores como vendedores. También es necesario replantear de manera integral el papel de las empresas de correos, que tienen una amplia cobertura en todos los países de la región.