La tensión en la región se intensifica con enfrentamientos mortales y secuestros masivos.
En un giro escalofriante de los acontecimientos, militantes palestinos llevaron a cabo una incursión sin precedentes desde Gaza, secuestrando a decenas de soldados y civiles israelíes el pasado sábado. Varios de estos secuestros ocurrieron en los kibutz de Ofakim y Be’eri, dejando a la población en un estado de shock e incertidumbre. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, responsabilizó a Hamás por la seguridad de los secuestrados y advirtió que Israel tomaría represalias contra cualquier daño causado a estos.
El día sábado, grupos armados provenientes de Gaza llevaron a cabo una infiltración en las comunidades del sur de Israel en medio de intensos disparos de cohetes. Israel respondió de manera contundente con una ola de ataques aéreos contra Gaza, resultando en la muerte de más de 500 personas. El primer ministro Netanyahu declaró que Israel se encontraba en un estado de guerra y aseguró que Hamás, el gobierno de Gaza, pagarían un precio nunca antes visto.
Este último episodio de ataques y secuestros refleja lo lejos que está un posible acuerdo de paz en el conflicto palestino-israelí, uno de los más sangrientos y complejos del Medio Oriente. La comunidad internacional ha abogado por un Estado israelí conviviendo pacíficamente con un Estado palestino, pero las cifras muestran una creciente desconfianza en esta solución, especialmente entre la juventud palestina que nunca ha tenido la oportunidad de votar en elecciones y que muestra poco apoyo hacia sus líderes actuales.
